Alfredo Álvarez: La masa no está pa´bollos

 

 

 

Al instante que se confirmaba la muerte del notable periodista Oscar Yánez  -y apenas superada la sorpresa gestada por la fatal noticia- recibí una llamada telefónica desde Maracaibo de mi entrañable amigo Henry Figueroa Brett alertándome la primicia. Además de ser un excelente reportero gráfico y poseer un olfato de sabueso para las exclusivas, este infatigable reportero recorre hoy con similar éxito las rutas del periodismo electrónico, las redes sociales y la edición online. En esta ocasión ejercía su supremo derecho a dar “un tubazo”, intimo, pero tubazo al fin.

El Fuga, como le llamamos cariñosamente sus amigos, me alertaba en tiempo real de la desaparición física de Yánez y me recordaba que él había realizado una grafica del cierre de campaña de Rafael Caldera en Maracaibo a finales de 1983, en la cual el inefable Chivo Negro, me exhortaba a “vibrar” con energía y a “cubrirme de gloria” con la reseña que obligaba mi presencia en ese acto. Debemos ser miles los periodistas a quienes formuló tan singular y no menos simpática invitación.

No recuerdo que le respondí al exhorto de Oscar Yánez, pero en todo caso el reposo contenido en una fotografía con una data de 30 años me advierte que se trató de un encuentro respetuoso entre dos reporteros que andaban en lo suyo. El, favoreciendo la divulgación del acto, y yo, tratando con ahínco de conseguir elementos adicionales para una crónica de color que mereciera el esfuerzo desplegado durante esa tarde. En ese instante, detenido en el tiempo, gracias al Fuga, Yánez atiende con serena atención lo que trato de decirle mientras me sujeta por el antebrazo derecho, gesto que yo replico con idéntica forma.

Quien ahora observe la fotografía de H. Figueroa, pensará seguramente que se trata de un  serio altercado entre sus protagonistas porque se aprecia un derroche de energía en la gestual de sus promotores.  Aparezco yo, 30 años más mozo que ahora, con mucha hambre de noticia y toneladas de impaciencia como mi único soporte profesional. El otro actor, luce más sereno – seguramente por ser un veterano curtido en las lides de la información y la política- como tratando de trasmitir un consejo prudente al aprendiz de brujo que era yo para ese momento. Atentos observan dos personas, que quedaron fuera de foco, pues  toda la atención  la monopoliza  el saludo y el cruce de miradas entre esos dos gladiadores del reporterismo. Creo que no lo defraudé.

Después al trabajar en medios de Caracas, le vi y compartí con él en  muchas oportunidades. Debo reconocer que en verdad siempre fue un deleite escuchar sus magnificas historias. Ese vozarrón de pregonero resfriado despertaba de su letargo al más desapercibido, pero sus corbatas marcaron un estilo difícil de ignorar. Con todas sus virtudes y defectos, con Oscar Yánez se escribe una manera muy personal de hacer periodismo, con la cual puedes estar en desacuerdo, pero que no puedes subestimar.

Conservo la fotografía en mi archivo personal, bueno, un evento que más que un archivo es una pretensión. Ese cumulo de papeles, libros, notas, graficas, libretas y miriñaques  que solo yo puedo interpretar con precisión de detalles, contiene la foto de ese día. Yánez era el encargado de medios del comando de campaña socialcristiano y yo reportero de la fuente política de un diario ya desparecido. El Fuga, es un buen fotógrafo que sucumbió a  la seducción de las nuevas tecnologías. ¿Pero a qué viene el cuento?

Al Fuga, le parece que ya no escribo con la gracia y el desenfado de antes. Me puse muy serio y estirado. Además, le imprimo según me dice, un aire de pretendida intelectualidad a las cosas que digo y trato de trasmitir, y en su honesta opinión ese no soy yo. Me advierte que ese tema recurrente de la libertad de expresión y el cerco a los medios privados le luce gastado y muy conocido. Que repito buena parte de las clases de Teoría de la Comunicación de la época de la Escuela de Periodismo en LUZ, y que lo realmente procedente es burlarse hasta el cansancio de los sujetos que hoy desgobiernan este maltratado país.

Como en otras ocasiones estoy en desacuerdo con el Fuga, pero eso no me impide mirar sus argumentos con respeto. Trato de explicarle, que hay cosas conocidas, que deben ser redescubiertas porque somos un país de memoria muy corta y frágil. Que debemos insistir sobre ciertos aspectos básicos de nuestra convivencia diaria, el escenario de lo público, el derecho individual frente a la colectivización de las ideas, que son todos  aspectos muy sensibles sobre lo que hay que insistir y debatir; así corramos el riesgo de convertirnos en una mala copia de la profesora Marta Colomina, eterna propietaria de nuestros haberes conceptuales sobre el tema.

En lo primero que advierto debilidad, es en la intensa y progresiva reducción del derecho a estar informado que se aprecia en nuestro momento como sociedad. En ausencia de esa condición, la de estar debidamente informado, es básicamente un acto inútil disponer de otras prerrogativas constitucionales, pues no te sirven de nada, sino disfrutas de la libertad de elegir y decidir conforme conoces todos los elementos de tu realidad circundante. Los actuales conserjes del país, un raro cruce genético de servidores públicos  y militares, han terminado creyéndose los dueños del edificio, y resulta ser que para ellos los medios de comunicación son “armas políticas sometidas al control de la razón del estado.”

Sobre eso, caro amigo hay que insistir y mucho, porque allí se nos va la vida. Hoy día si requieres de atención medica en un hospital del estado, debes correr con suerte para salir vivo de ese percance. Estas exigido a colonizar el hospital para garantizar que tu familiar sea debidamente atendido. Asumir personalmente tareas rutinarias de atención médica las cuales el personal no está dispuesto a realizar, por saturación, olvido, cansancio, o sencillamente porque si no lo haces, tú familiar muere de mengua. Vigilar que una transfusión de sangre se lleve a cabo, enterar al quirófano las plaquetas requeridas, conseguir los donantes, agradar al portero, ignorar las malas formas de un miliciano prepotente y bravucón sin arrecharte, es parte de la rutina convenida para que tu familiar prosiga respirando.

El gobierno se declara impotente ante la crisis de desabastecimiento que nos sepulta culpando a los marcianos, a los empresarios y los militantes de una poderosa derecha que los tiene en jaque. Eso obliga a que los ciudadanos se vean obligados a pernoctar a las puertas de un mercal con la esperanza de conseguir algunos bienes para su consumo. En las bodegas de los barrios venden la leche en polvo por cucharadas y la aparición del papel sanitario es un evento que sacude las estructuras cognitivas de cada venezolano. Lentamente han logrado  proletarizar al consumidor hasta reducirlo a un amasijo de pulsiones, deseos reprimidos y resignación aprendida. Carajo, pero tenemos patria.

No hay reactivos químicos para los exámenes médicos, y los estudiantes de la especialidad en las universidades nacionales, deben aguardar hasta 3 años para poder realizar las prácticas de laboratorio que avalen su grado académico, porque tampoco hay reactivos ni equipos disponibles. No hay suficiente material quirúrgico en los hospitales, comprar cemento es más complicado y arriesgado que adquirir droga. Los controles que abundan sobre la actividad económica han pervertido a grado tal el trabajo creador de miles de empresarios, que se cuentan por cientos las empresas que a full capacidad, están declarando que se han descapitalizado.

Un empresario del transporte, hombre comprometido con el país, confesaba el serio panorama que el vislumbra. Reponer los cauchos a un camión de 24 ruedas, además de imposible, es un acto económicamente inviable gracias a los controles para importar los neumáticos. Los cauchos cuestan más que el camión nuevo, y en forma progresiva el parque de camiones para transporte pesado se irá reduciendo. No habrá en pocos meses, como movilizar carga pesada a través del país, y eso significa desabastecimiento, crisis y más caos.

La lista de  calamidades es interminable, rica y profusa, pero sobre lo que quiero insistir es que este será un tema ausente de los medios de comunicación gracias a los controles, la censura y la autocensura que impone el régimen. Que al desparecer de la agenda pública, se opera un mágica ritualización, que automáticamente los hace desparecer. Al no nombrarlos no existen, y eso es lo que procura la enferma conceptualización de lo que deben ser los medios en una sociedad regida por los parámetros ideológicos del Socialismo del Siglo 21. Si no se nombra, no existe, y para allá vamos.

Históricamente, una de las premisas fundamentales de los Estados totalitarios y fascistas, ha sido mantener bajo estricto orden y control el comportamiento de la población, la que ante el terror y miedo, facilita al gobierno la implantación y gestión de sus políticas económicas, sociales, militares o judiciales. Carl Schmitt, uno de los pilares de la teoría nazista y neo-conservadora, menciona que entre la población siempre se debe mantener una imagen enemiga, para poder dirigirla y manipularla.

Mientras se permita, y después de ello, cuando se pretenda que no se escriba sobre ello, es obligación nuestra hacerlo. Por ahora no creo que sea mi tarea burlarme de los gendarmes que lideran este proceso, es preferible desenmascararlos y señalarlos como los reales responsables de la tragedia que nos abate y nos reduce como país y sociedad. Creo que hay gente con mucha más capacidad que yo para cumplir la noble tarea de organizar la burla contra el régimen. Por ejemplo, Zapata, Laureano Márquez, Emilio Lovera y el Conde del Guácharo lo hacen muy bien, y creo que en ese rol, no requieren de mucha ayuda, y menos aún, de competencia. Para los más modestos de talento quedan otras tareas pendientes, y no por eso menos importantes, como por ejemplo “vibrar mucho”, y “cubrirnos de gloria”.

Eso haremos, en el entendido que la masa no está pá bollos.

 

Alfredo Álvarez

@AlfredoKbza

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