Edward Bulwer-Lytton, autor británico del siglo XIX
La eterna batalla del periodismo contra el abuso no se detendrá. Podrán matar o encarcelar al hombre, pero nunca al espíritu combativo de la pluma que con honor llevamos
Letras que hieren, cual flechas de acero que se clavan en el costillar del lobo que quiere tragarse a la niña indefensa sin que nadie diga nada.
La libertad de expresión puede sonar frágil cuando la contrastamos a los riesgos que la asechan, pero junto a otras libertades humanas, es el escudo contra las tiranías. El silencio del miedo que hiere el alma del periodismo puro, es lo que quieren y por lo que utilizan malamente los recursos del poder.
Pero quienes saben que aquí, esos mecanismos no funcionan, nos tienen como depositarios de secretos. Se las arreglan para darnos informaciones que les puede costar muy caro si sus jefes descubren que son esas “gargantas profundas” que nos citan en lejanas ciudades, o nos contactan con insospechados (as) cómplices, o hacen muchas otras cosas para esquivar el cerrado seguimiento que opera dentro de los cuerpos represivos y así revelarnos los abusos, los atropellos, los crímenes que cometen, cobijados con esas ropas de funcionarios acreditados con carnets con los que roban, extorsionan, secuestran y matan. Es así como nos llegan esos datos confidenciales que los sacan de sus casillas. Nos desmienten y nos tratan de descalificar para al poco rato tener que sufrir la desvergüenza de tener que admitir la veracidad de las informaciones que hemos dado.
Es la eterna batalla del periodismo contra el abuso. Batalla que no se detendrá porque podrán matar o encarcelar al hombre, pero nunca al espíritu combativo de la pluma que con honor llevamos, los que estamos casados con esta profesión, que es fe de nuestra vida y legado de honor para nuestros hijos y para nuestra patria hermosa.
*_¡Viva el periodismo libre!_* *_¡Viva Venezuela!_*
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