MI LIBERTAD POR UNOS VERSOS

Este, que más que un poema, es un grito histórico contra la opresión, lo dedicamos a todos los que enarbolando las banderas de la libertad han caído, así como a todos nuestros presos políticos venezolanos

Ismael Cerna,
Poeta guatemalteco (3 de julio de 1856 – 1901)

¿Y qué…? ya ves que ni moverme puedo
y aún puedo desafiar tu orgullo vano;
a mí no logras infundirme miedo
con tus iras imbécil, tirano.

Soy joven, fuerte soy, soy inocente
y ni la lucha, ni el dolor esquivo;
me ha dado D-os un alma independiente,
pecho viril y pensamiento altivo.

Que tiemblen ante ti los que han nacido
para vivir de infamia y servidumbre,
los que nunca en su espíritu han sentido
ningún rayo de luz que los alumbre.

Los que al infame yugo acostumbrados
cobardemente tu piedad imploran,
los que no temen verse deshonrados
porque hasta el nombre del honor ignoran.

Yo llevo en mi espíritu encendida
la hermosa luz del entusiasmo ardiente,
amo la Libertad más que la vida,
y no nací para doblar la frente.

Por eso estoy aquí, altivo y fuerte,
tu fallo espero con serena calma,
porque si puedes decretar mi muerte,
nunca podrás envilecerme el alma.

Hiere… yo tengo en la prisión impía
la honradez de mi nombre por consuelo;
qué importa no ver la luz del día
si tengo en mi conciencia luz del cielo.

Qué importa que entre muros y cerrojos
la luz del sol, la libertad me vedes,
si ven celeste claridad mis ojos,
si hay algo en mí que encadenar no puedes;

Hiere… Bajo tu látigo implacable,
débil acaso ante el dolor impío
podrá flaquear el cuerpo miserable,
pero jamás el pensamiento mío.

Más fuerte se alzará, más arrogante
mostrará al golpe del dolor sus galas,
el pensamiento es águila triunfante
cuando sacude el huracán sus alas.

Nada me importa tu furia imponente,
víctima del placer, señor de un día;
si todos ante ti doblan la frente,
yo siento orgullo en levantar la mía.

Y te apellidas Liberal. Bandido,
tú, que a las fieras en crueldad igualas,
tú, que a la juventud has corrompido
con tu aliento de víbora que exhalas.

tú, que llevas veneno en tus entrañas,
que en medio de tus báquicos placeres,
cobarde, ruin y criminal te ensañas
con indefensos niños y mujeres.

Tú, que el crimen ensalzas, y encarneces
al hombre del hogar, al hombre honrado.
Tú, asesino, ladrón; tú, que mil veces
has merecido la horca por malvado.

Tú, liberal…, mañana que a tu oído
con impotente furia acusadora,
llegue la voz del pueblo escarnecido
tronando en tu conciencia pecadora.

Mañana cuando la Patria se presente
a reclamar sus muertas libertades,
y que la fama pregonera cuente
al asombrado mundo tus maldades.

Al tiempo que maldiga tus memorias,
el mismo pueblo que hoy tus plantas lame,
el dedo inexorable de la historia
te marcará como Nerón: infame.

Entonces de esos antros tenebrosos,
donde el horror y la inocencia gimen,
donde velan siniestros y espantosos
los inicuos esbirros de tu crimen;

de esos antros sin luz y estremecidos
por tantos ayes de amargura y duelo;
donde se oyó entre lamentos y gemidos,
el trueno de la cólera del cielo.

Con atorrante voz, con prolongada voz
que estremezca tu infernal caverna,
se alzará cada víctima inmolada
para lanzarte maldición eterna.

En tanto hiere, déspota, arrebata
la honra, la fe, la libertad, la vida;
tu misión es matar, sáciate, mata,
mata y báñate en sangre fratricida.

Mata, Caín, la sangre que derramas
entre gemidos de dolor prolijos,
Oh, infame, el mayor de los infames,
irá a manchar la frente de tus hijos.

Aquí tienes también la sangre mía,
sangre de un corazón joven y bravo;
no quiero tu perdón, me infamaría;
mártir prefiero ser, a ser esclavo.

Hiéreme a mí, que te aborrezco impío;
a ti, que con crueldades inhumanas
mandaste asesinar al padre mío
sin respetar sus años y sus canas.

Quiero que sepas que tu furia arrostro,
y sin temblar que agonizar me veas,
para lanzarte una escupida al rostro
y decirte al morir: ¡MALDITO SEAS…!

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