“No existe un manual de transiciones democráticas”

carlos-luna-joven-internacionalista Carlos Luna, joven internacionalista que actualmente se encuentra al frente de la Escuela de Estudios Políticos de la UCV

*** Si no existe la propensión de la sociedad hacia el diálogo no se genera confianza… Sin concesiones mutuas no son posibles los acuerdos… Nadie negocia si no ve sus posibilidades de supervivencia… Uno de los grandes errores de Chávez fue considerarse eterno

 La transición es una palabra que circula de boca en boca en esta Venezuela hastiada de tanta dificultad. Es un anhelo, una ruta que parece trazada y hasta un imperativo para un pueblo que busca afanosamente el retorno a la democracia. América Latina es un continente donde, debido a las numerosas dictaduras sufridas, abundan las referencias a procesos de transición, muchos de ellos exitosos. Qué los posibilita y qué los complica es nuestro tema de hoy con el analista Carlos Luna, joven internacionalista que actualmente se encuentra al frente de la Escuela de Estudios Políticos de la Universidad Central de Venezuela. Es profesor de Teoría de las Relaciones Internacionales. Pone énfasis en las condiciones que deben conjugarse para que un proceso de diálogo y negociación logre su objetivo y se pasea por las más recientes experiencias cercanas en tiempo y espacio para ofrecernos un balance que no debemos perder de vista en esta hora crucial para nuestro país. Estas son sus reflexiones   para los lectores de ABC de la Semana.- 

_ Todo el mundo habla de transición en estos días. Hemos tenido muchas transiciones políticas en el continente, unas pacíficas y otras menos. ¿De qué depende el éxito, del desgate de los gobiernos o de la habilidad de las partes que deben negociar?      

_  Es preciso ver cada cosa en su contexto.  No podemos decir que existe un manual de transiciones democráticas y que todas cumplen al calco. Por ejemplo, hemos tenido el proceso centroamericano, sumamente importante y que se realizó con la mediación del grupo Contadora para poner término a un largo y sangriento conflicto de varios años.

_ Venezuela participó allí de manera muy activa, ¿no?

_  Exactamente, y estuvo muy cercano nuestro país a toda esa dinámica. Luis Herrera Campins fue uno de los promotores del famoso grupo Contadora, iniciativa que siguió Jaime Lusinchi y que fue fundamental en aquellos dias. Pero hay que recordar que los grupos insurgentes del proceso centroamericano eran víctimas del desgaste, de cierto agotamiento político y militar, porque era un precedido de una serie de guerras civiles sumamente cruentas que generaron y condujeron a estos acuerdos y que finalmente estabilizaron la subregión. 

_ Otro emblemático fue el caso chileno para sustituir a Pinochet ¿no es cierto?

_  Y muy sensible  porque ha servido de ejemplo para muchas otras situaciones. Está también el caso peruano que se menciona poco pero que es uno de los más recientes que se dio con Alberto Fujimori huyendo hacia Japón, con Valentín Paniagua como presidente transitorio y provisional, y posteriormente con la elección popular y el gobierno de Alejandro Toledo.

_   ¿Hay un factor común en todos esos procesos?

_  En estos casos juegan varios factores que los conducen a una especie de dilema, se encuentran con una bifurcación donde deben escoger el camino democrático del diálogo, de cooperación o persistir en el camino del recrudecimiento del totalitarismo que necesariamente habrá de conducirlos a una situación.

_  ¿Cuáles factores inciden en estos casos?

_  Hay muchos factores. Juegan el papel de la sociedad civil y situaciones internacionales, pero, fundamentalmente, tienen relevancia principal  las condiciones objetivas y subjetivas dentro de cada país y en el seno de las sociedades. Si no existe la propensión de la sociedad hacia el diálogo y no se genera confianza entre las partes que están dialogando para poder avanzar en un acuerdo, obviamente no hay arreglo posible y seguramente se agravan las tensiones y los conflictos se hacen mucho más costosos en vidas humanas. 

_  Pareciera que para cualquier transición hace falta un diálogo, sentarse, evaluar las posibilidades de cada parte.

_  Eso es crucial, es fundamente es más yo diría que es absolutamente indispensable y el tema es muy pertinente porque en sociedades tan polarizadas políticamente como la nuestra desgraciadamente se ha defenestrado el hecho del diálogo, la conversación y el acuerdo. Y si algo nos ha dado Dios y lo cual debemos agradecer, es la capacidad, como animales superiores, de raciocinio, de poder comunicarnos y precisamente  de dialogar. En Venezuela en este momento lo que se impone, por encima de cualquier otra consideración es construir las bases para un proceso de confianza y de incentivos para coronar bien un acuerdo de carácter nacional que nos regrese al pleno ejercicio de la democracia.

_  ¿Esos incentivos son concesiones?

_  Eso es. Si son concesiones mutuas, de lo contrario los acuerdos productos  del diálogo no son posibles. En toda transición tiene que haber un proceso de diálogo y resulta elemental y obvio que las condiciones para ello deben aportarlas las  partes. La confianza es lo prioritario; esa es la palabra clave: confianza. En Venezuela, desgraciadamente, no hay esa confianza porque hay un grupo que ha dejado de ser mayoritario y otro grupo que quiere desalojar a quienes lo detentan  y buscan un cambio sustantivo. La cuestión es que nadie negocia si ve que sus posibilidades de supervivencia son nulas o inciertas. Desgraciadamente en ese dilema estamos en este momento. Eso, en primer lugar. 

_ ¿Qué hay de la agenda para el diálogo?

_  Tiene que haber una agenda y bien definida, y no debe elaborarse en función de las parcialidades de cada quien o de las visiones del problema de cada parte, sino  tomando en cuenta los objetivos que deben centrarse sobre la conveniencia  y el beneficio del todo, de la nación. Sobre todo, no enfrascarse ni agotarse en los “juegos-suma-cero”. Me refiero al juego en que lo que gana uno lo pierde el otro. Por ello creo que hace falta crear incentivos para esa parte que va a ceder para que no sienta que va a desaparecer del escenario político sino que se le garantiza el espacio, lógico y natural en toda democracia. 

_  No habremos satanizado el diálogo pensando que se trata sólo de ceder y no necesariamente es así, podría ser también ganar-ganar con lo cual los objetivos son muy importantes.

_  Y otra cosa importante en el diálogo, los interlocutores que puedan participar en calidad de mediadores deben ser aceptados por las partes: de no ser así no generarían confianza, y no será fructífero el proceso de negociación o diálogo. Otra dato relevante es el espacio geográfico neutral donde las partes puedan sentirse cómodas y de nuevo insisto es el hecho de los mutuos incentivos, la interlocución, todos ellos son elementos claves. 

LA CONCESIÓN

_  ¿Qué papel juegan acá las filtraciones de información, a  las cuales somos tan dados en este país?

_  Se conocen en negociación como “juegos a traición”. Si existen filtraciones ello va a entorpecer el proceso y poner en grave riesgo los resultados. La prudencia en la política es crucial, y no deben generarse ruidos que coloquen en tela de juicio la confianza de los actores ni de lo que ellos estén haciendo. 

_  Insisto en la emblemática transición chilena que fue un largo proceso que afortunadamente llevó al rescate de la democracia, producto de complejas negociaciones entre la oposición y el equipo del general Pinochet; pero hay quienes creen que el diálogo sólo puede darse cuando una de las partes ha quedado literalmente pulverizada ¿es esto correcto?

_  De ninguna manera. Las transiciones son un proceso y una de las grandes cuestiones que se meditan a lo largo de estos procesos es la perpetuación en el tiempo de un determinado régimen o situación política, sobre todo si tiene un carácter personalista. Creo que ese fue uno de los grandes errores del presidente  Hugo Chávez, que se consideró eterno y que su revolución también iba a serlo. Pero todo es finito. 

_  La grandeza de Pinochet, entonces, fue que reconoció su desgaste y el deseo de cambio y facilitó las cosas.

_  Hoy ocurre en Venezuela un desgaste mayor. La gran preocupación de estos líderes autocráticos es qué viene y quiénes vienen después de mí, cómo continúo el proceso, cómo paso a la trascendencia. Entonces aparecen los dos caminos: “quemas las naves” y piensas que el proceso se acaba contigo o buscas los herederos y las tendencias que se mantengan en el tiempo. El caso chileno alecciona en este sentido. Es interesante cómo las políticas económicas implantadas por Pinochet, por ejemplo, a pesar de que volvió la democracia con varios presidentes se han mantenido básicamente intactas. 

_  Seguramente porque fueron exitosas.

_  Por supuesto lo mismo pasó  en el Perú; gobernó Toledo, Alan García y otros gobernantes y hay que destacar que ese país, al menos en términos económicos, se ha mantenido en una línea continua. 

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_ Hay que recordar, igualmente, y ya que hablamos de ceder, que Pinochet dejó amarrada la constitución y las leyes en algunos aspectos que él consideró fundamentales, sobre todo en referencia al mundo militar. A  mucha gente no le gustó eso pero hubo que ceder en algo. Y luego se han ido, poco a poco, superando los escollos. De tal manera que si no se hubiera cedido tal vez no se habría realizado el plebiscito y quién sabe qué derroteros habría tomado Chile.

_   Es que debemos entender que una transición contempla que la contraparte va a seguir viviendo contigo. No es que va a desaparecer de buenas a primeras.  Eso no debe estar en la mente de ninguna persona, ni negociadores ni ciudadanos pues, a fin de cuentas, quien aporta sustentabilidad y legitimidad a los acuerdos son los ciudadanos que están dispuestos a aceptar esas reglas de juego en el tiempo a seguir. Eso lleva a pensar que hay que abrir válvulas de escape. Eso no implica, y quisiera que esto quedara bien claro, impunidad. Mucho cuidado. Simplemente me refiero a que quien ejerce el poder no lo va a ceder fácilmente y es por ello que hay que crearle unas condiciones transitorias que hagan viable una salida y el cambio.  Igualmente, el grupo que asuma el poder tampoco puede pretender una “caída y mesa limpia”, un arrase. Es preciso entender esto para poder avanzar. Cuando se habla de supervivencia es como cuando se habla, en política internacional, de soberanía. Nadie va a ceder su soberanía fácilmente y obviamente, afloran los mecanismos de defensa correspondientes.

Publicado en ABC

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