¡Demolieron el edificio Mónaco! Borrando de la memoria el dolor que causó Pablo Escobar

La desaparición del emblemático edificio Mónaco no es solo un símbolo y un mensaje, es un golpe al llamado «narcoturismo» en Colombia, que hoy es todo un gran negocio en la capital del departamento de Antioquia

El edificio Mónaco, que fue la residencia y el cuartel del célebre narcotraficante Pablo Emilio Escobar Gaviria, quedó reducido a escombros. La implosión del edificio es un gesto simbólico por parte del gobierno de Colombia con el fin de cerrar las heridas provocadas por el capo del narcotráfico.

Pablo Escobar junto a su esposa, María Victoria Henao

En su lugar se prevé construir un monumento en honor a las víctimas del narco terrorismo. Según el presidente Iván Duque, la demolición del edificio  simboliza «la derrota de la cultura de la ilegalidad». El edificio Mónaco, de 8 pisos, 12 apartamentos, 34 estacionamientos y dos piscinas, fue demolido el viernes 22 de febrero de 2019. Pablo Escobar fue el fundador y máximo líder del Cartel de Medellín. Murió el 2 de diciembre de 1993, cuando fue disparado por las autoridades en una casa que le servía de refugio en un elegante sector de esa ciudad. 

La importancia de la demolición

La desaparición del emblemático edificio Mónaco no es solo un símbolo y un mensaje, es un golpe al llamado «narcoturismo» que es todo un negocio la capital del departamento de Antioquia, Colombia.

El profesor de la universidad Eafit en Medellín, Mauricio Builes Gil, dirige un proyecto llamado «Narcotour: el lado “B” del narcotráfico», desde donde se narran las tragedias familiares que vivió esa ciudad colombiana a finales de los años 80 y a principio de los 90,  años de auge del narco; y en lugar de exaltar las hazañas de los narcotraficantes que tanto daño causaron, como se hace en un sinfín de «narconovelas».

El investigador explica que el derribo del Mónaco es un paso para que la historia deje de contarse desde las excentricidades y barbarie de los capos y se empiece a escuchar a los que padecieron con su violencia. «Por primera vez en todos estos años los reflectores apuntan a las víctimas del cartel de Medellín, desde la muerte de Pablo Escobar al fin nos vamos a centrar en esto», señala Builes.

El profesor afirma que «gracias al narcoturismo que está en su momento de mayor auge» la ciudad se planteó al fin romper con estos símbolos que quedan del poder de Escobar. «El solo hecho de comenzar a escuchar a las víctimas es un logro de la ciudad. Tuvo que pasar toda la fiebre de las telenovelas, Netflix y que uno de los sicarios del cartel se vuelva youtuber para que esto cambie».

El pintor Fernando Botero y el narcotraficante Pablo Escobar

Los dos cuadros muestran a un Pablo Escobar enorme sobre un tejado. En el primero es abatido por varias balas y en el segundo ya aparece derrumbado sobre ese techo que fue el sitio de su muerte, tanto en la pintura como en la vida real, hace un cuarto de siglo. Se trata de las dos pinturas que el famoso artista colombiano Fernando Botero (86 años) hizo del narcotraficante fallecido en Medellín un 2 de diciembre de 1993. Sin ser consideradas obras cumbre del reconocido pintor, «La muerte de Pablo Escobar» (1999) y «Pablo Escobar muerto» (2006) son dos cuadros que, desde que fueron conocidos, dieron de qué hablar y produjeron la constante pregunta de por qué Botero decidió recrear los minutos finales del capo narco muy a su estilo.

Para saber un poco más de la historia de estas pinturas, que se encuentran en el Museo de Antioquia, en Medellín. Juan Carlos Botero, hijo del artista y estudioso de su obra explica que los dos cuadros de su padre sobre Escobar forman parte de dos series distintas pintadas en diferentes momentos.

La primera pintura forma parte de una serie relacionada con la violencia en Colombia, en la que también se encuentran recreaciones del conflicto armado y algunos episodios sucedidos en este país en el último medio siglo, como masacres y atentados. El segundo cuadro, en el que Escobar ya aparece muerto, forma parte de otra serie donde también se reflejan episodios violentos en Colombia y el mundo.

«Esas dos colecciones tienen una gran carga de denuncia y en ellos aparecen los de Pablo Escobar», dice Botero. El experto señala que para su padre «era imposible darle la espalda a las atrocidades que ocurrían en Colombia», como secuestros, masacres torturas y la violencia del narcotráfico. «Mi papá no los hizo para cambiar la realidad, pero sí para mantener estos episodios y que nunca se lleguen a olvidar. La intención era relatar la brutal realidad colombiana», añade. ¿Más allá del estilo de Botero, hay un motivo por que Escobar aparezca como un gigante en las pinturas?

Su hijo, autor del libro «El arte de Fernando Botero» (2011), señala que más allá de la técnica, el tamaño descomunal de Escobar refleja la magnitud de la tragedia que significó para Colombia. «Su figura es monumental comparada con el resto del ambiente en los cuadros es para mostrar la dimensión que adquirió», indica el experto.

 Juan Carlos Botero añade que su padre aprovechó los tamaños y las formas en su obra y que en este caso usó el tamaño descomunal de Pablo Escobar como se hacía en el arte del Renacimiento, que es parte del abanico de influencias que el maestro tiene. «Los tamaños de las figuras en los cuadros de Escobar muestran su dimensión prácticamente mítica que llegó a tener», concluye.

En libros y entrevistas, se cuenta como si fuera leyenda que Pablo Escobar hizo dos presagios en vida ante sus sicarios más cercanos: que Botero lo pintaría y que Álvaro Uribe llegaría a ser presidente. Finalmente, los dos se llegaron a cumplir, aunque el hijo del maestro colombiano aclara que su padre repudiaba al narcotraficante y jamás le habría hecho un retrato por encargo. «Siendo ese señor tan grandilocuente no dudo que habría querido que mi padre le hiciera una pintura, pero la realidad es que él nunca lo habría hecho», explica Juan Carlos Botero.

El experto, que también es novelista, añade que el artista llegó a condenar que Escobar tuviera algún cuadro suyo en su colección personal de obras de arte. Se sabe que el narcotraficante tenía millones de dólares en pinturas y entre ellas estaba al menos un original del maestro colombiano y algunas réplicas.

Botero, a mediados de los 80, hizo público su repudio por esta situación a través de medios de comunicación. Otro aspecto que destaca el hijo del pintor es que su padre, nacido en Medellín, aspiraba a que su ciudad fuera una de las capitales artísticas de Colombia y no la capital mundial de los homicidios como la convirtió Escobar hace tres décadas.

 

Agencias

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