Con las defenestraciones de algunos pranes con uniformes, encabezados por Manuel Ulises Farías Valderrama, como Comandante General, y que habían puesto a la Policía del estado Aragua al servicio de los más negros intereses de la delincuencia, comienzan a aflorar verdades terroríficas sobre la situación real de la institución en cada uno de los municipios.
Una de las situaciones más graves que acaba de descubrirse tiene que ver con negociar libertades de delincuentes por vía de traslados ficticios al Centro Penitenciario de Aragua, mejor conocido como cárcel de Tocorón.
Algunos nuevos jefe de la Policía de Aragua nos explicaron que durante la anterior gestión, los comandantes negociaban con los delincuentes, por altas sumas de dinero sus libertades y el modus operandi que utilizaban era la de preparar boletas de traslado a la penitenciaría de Tocorón, donde solo sellaban las boletas, pero sin el ingreso real del delincuente a ese penal. Luego del sellado correspondiente con el “recibido e ingresado” al penal, el delincuente era puesto en libertad desde el comando policial, luego de pagar la coima acordada. Se habla de 100 millones para arriba por preso. Acto seguido, el tribunal correspondiente recibía la notificación que el procesado ya estaba en Tocorón y como el traslado de presos a los tribunales siempre tiene pero, no hay problemas, pues si la justicia pide al reo, simplemente dicen: Aquí no está o se fugó.
Aseguran que uno de los mayores expertos en esta práctica es quién fungía de jefe de la región en el municipio Libertador (Palo Negro), el supervisor Jefe (PA) Gabriel Cubides. Otro que -según los funcionarios- hacía esto era Joe Robolledo, de Mariño 2, quién acaba de ser sustituido por graves irregularidades en el comando de Rosario de Paya.
En este andamiaje de delincuencia organizada, no solo los policías corrupto, son responsables, también lo son los jueces y fiscales de esas causas, por no estar pendiente de los reos que procesan. Ellos simplemente se olvidan de esos delincuentes al extremo que casi nunca saben donde están o que ha sido de ellos. No existe un control judicial estricto de cada uno de los presos, ni por parte de los Circuitos Judiciales Penales, ni de las Fiscalía Superiores y, por eso la comunidad observa a delincuente en la calle atracando o cometiendo otros delitos como secuestro, extorsión, etc, cuando luego de ser capturados, deberían estar presos y no lo están gracias a la podredumbre del sistema.
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