*** Fracaso de los países socialistas los llevó a dar un golpe de timón
*** Expertos señalan que si no se realizan cambios fundamentales para corregir las distorsiones creadas por las políticas del Estado, las consecuencias serán aún peores para la población, que está sometida a la escasez, el desabastecimiento y una inflación que se come el sueldo
*** «Las economías socialistas tenían problemas de producción en todos los sectores y fuertes desequilibrios como un gasto público excesivo. Todas las restricciones hacían que el sistema fuera muy rígido y no se pudiera adaptar con rapidez a las nuevas tecnologías, por lo que experimentaron un retraso que limitó su competitividad. Algo parecido a lo que ocurre hoy en Venezuela», expresa Demetrio Boersner, quien era embajador de Venezuela en Rumania cuando cayó la Cortina de Hierro.
Los economistas Pedro Palma y Luis Zambrano Sequín señalan que el Estado ha demostrado en los últimos 16 años que es incapaz de suplir la tarea de las empresas e instan a aplicar ajustes económicos inmediatos. «Es un proceso complejo que provocará algunos traumas y se debe aminorar el impacto social con programas de ayuda muy bien estructurados», afirma Palma, mientras que Zambrano se muestra escéptico de que ello ocurra por las «ataduras ideológicas» del gobierno.
Pedro Palma
Luis Zambrano Sequín
Si se asume que una mujer sale a la calle con la intención de comprar carne, a menos que tenga suerte, la adquisición no la hace en una sola acción. Requerirá de un proceso de decisiones que pueden implicar: 1) no encontrar el producto y tener que ir a otro lugar para hacerlo; 2) hallar lo buscado pero tener que hacer cola para comprarlo; 3) reemplazar la carne por alguna otra proteína; 4) posponer la compra hasta otra oportunidad; y 5) abandonar por completo la idea de hacer la operación.
El ejemplo señalado bien podría describir el laberinto que supone la escasez que ha marcado la cotidianidad de los venezolanos, pero no fue elaborado con ese objetivo.
Su autor es János Kornai, economista húngaro nacido en 1928 y uno de los estudiosos más reconocidos de las economías planificadas de los países socialistas europeos del bloque soviético. El modelo citado aparece en su libro The Socialist System: The Political Economy of Communism , termina- do en 1991, justo cuando se concretó la caída del socialismo en Europa oriental y desapareció la Unión Soviética.
Kornai advierte que ese sistema se convirtió en una «economía de la escasez» debido a que este fenómeno se hizo «general», «frecuente», «intensivo» y «crónico». Esa fue una de las consecuencias más graves del socialismo clásico, el cual se apoyaba en el manejo gubernamental del aparato productivo y en una planificación centralizada que aplicaba mecanismos de control para anular la influencia del mercado sobre la economía.
Desde que el chavismo se declaró «socialista» en el año 2005, el gobierno empezó a tomar una serie de medidas que encaminaron su proyecto hacia un modelo parecido al que fracasó en los países de Europa del Este.
Aunque se intentó darle un baño de novedad llamándolo «socialismo del siglo XXI», el principio es el mismo, porque se controla directamente la economía y otras actividades, en vez de supervisar los mercados respetando las libertades, como hacen otros gobiernos más cercanos a la socialdemocracia.
«La actividad económica se ha centralizado otorgando una importancia muy relevante al sector público sobre el privado, a la vez que se somete la economía a im portantes controles y regulaciones, lo que ha distorsionado el funcionamiento de los mercados. En eso hay similitudes con el socialismo soviético», advierte Luis Zambrano Sequín, individuo de número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas.
El internacionalista Demetrio Boersner fue testigo de primera mano de la caída del socialismo clásico debido a que para ese momento era embajador de Venezuela en Rumania, un Estado satélite de la URSS.
El internacionalista Demetrio Boersner
«Aquellas economías tenían problemas de producción en todos los sectores y fuertes desequilibrios como un gasto público excesivo. Además, todas las restricciones hacían que el sistema fuera muy rígido y no se pudiera adaptar con rapidez a las nuevas tecnologías que iban apareciendo en el mundo, por lo que experimentaron un retraso que limitó su competitividad, algo parecido a lo que ocurre en Venezuela actualmente», considera el diplomático.
Desde su declaratoria socialista, el chavismo ha adelantado 525 expropiaciones de empresas, inmuebles o tierras productivas, aumentando cada vez más la importancia del Estado en la economía, según datos del Observatorio de la Propiedad de Cedice.
La productividad, sin embargo, ha caído y el país se ha hecho más dependiente de las importaciones para poder satisfacer los niveles de consumo. En 2005 superaron por primera vez los 20 millardos de dólares anuales y desde entonces no han bajado de los 30 millardos de dólares al año.
Decisiones. En el último trimestre del año pasado el precio del barril de petróleo empezó a caer hasta llegar a 40,3 dólares en enero de 2015. Desde entonces ha tenido un leve repunte, pero no ha superado los 56 dólares. Esos ingresos no permiten mantener el ritmo de importaciones, por lo que las consecuencias del modelo económico socialista empezaron a quedar al descubierto en Venezuela.
«La causa de la baja productividad es que por la vía de la fuerza en actos jurídicos se transfirieron al Estado bienes de propiedad privada que estaban en pleno funcionamiento. Eso no ha dado resultados», indica Luis Alfonso Herrera, coordinador del Observatorio de la Propiedad.
Como ocurrió en los países con regímenes socialistas clásicos, los niveles de producción no satisfacen al mercado y la escasez se ha disparado. Los ciudadanos deben entonces hacer colas para adquirir productos o incluso se ven obligados a acudir a los mercados negros.
A finales de los años ochenta, el bloque soviético encaró una encrucijada: continuar con el mismo sistema a pesar de sus pobres resultados o reinsertarse en la economía de mercado tomando medidas que flexibilizaran la actividad económica a fin de hacerla más productiva.
Influidos por otros factores políticos y sociales, optaron por la segunda opción. «Hubo un agotamiento del sistema ideológico. En los años ochenta los habitantes de esos países dejaron de creer en la doctrina marxista-leninista y todas las ideas de sacrificio asociadas a ella. Hubo un gran escepticismo y cinismo», señala Boersner.
Pero el cambio no fue sencillo ni rápido. «El proceso fue profundamente traumático porque el aparato productivo era muy precario y requería de una gran inversión, lo que obligó a levantar los controles y que los precios se dispararan. El desempleo también subió», recuerda Pedro Palma, miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas.
Tras más de 20 años, la mayoría de los países del bloque soviético ha superado la producción que tenían en 1989 y dejaron atrás la economía de escasez. Sin embargo, sus niveles de desarrollo no han podido emparejarse con los del resto de Europa y el desempleo y la pobreza siguen siendo un problema.
Venezuela se encuentra en la actualidad en una encrucijada similar. Dar un giro hacia la economía de mercado, lo que implicaría privatizaciones y el levantamiento de la mayor parte de los controles vigentes, entre ellos el de cambio y el de precios; o profundizar en el modelo socialista con la esperanza de dar con una receta para la productividad que los países del bloque soviético jamás llegaron a encontrar.
Hasta ahora pareciera que el chavismo está optando por la segunda opción, aunque los próximos meses y las elecciones parlamentarias de diciembre pudieran inclinar la balanza hacia una u otra opción.
Tomado de El Nacional
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