Luisana Melo, encargada de la cartera de Salud, (Ministerio del Poder Popular para la Salud)
La mayoría de las sociedades y culturas siempre han repudiado a los mentirosos. Decir mentiras sistemáticamente es algo que, se supone, va contra la moral, sea en sentido religioso o no.
Son contados los casos en los que un embustero gana prestigio y notoriedad, y el más relevante y recordado es el de Joseph Goebbels, el ministro de Hitler, responsable de la propaganda del régimen nazi. Para él la mentira repetida una y mil veces era no sólo un arma de dominación sino un placer demoníaco.
Salvando las distancias y el hambre, en este régimen rojito hay muchos judas que tratan de poner en práctica los principios desarrollados por este siniestro personaje. Unos y otros toman turno en la palestra pública con un puñado de mentiras, tanto, que pareciera que hacen una competencia para ver quién logra elevar el embuste a una escala cósmica, al estilo Hugo.
El turno más reciente le tocó a la encargada de la cartera de Salud.
Las mentiras sobre el abastecimiento de los medicamentos son de tal calibre que hay que poner en duda que la ministra haya estudiado Medicina en la UCV. Pareciera que hizo una especialización en propaganda nazi, porque insiste en afirmar que medicinas hay para todos los males y que sólo escasean los antirretrovirales y los oncológicos, porque son los más caros.
Esta semana la funcionaria ha soltado por varios medios y de manera reiterada la especie de que solo basta con asistir a una consulta en cualquier ambulatorio (hay que notar que no los llama módulos de Barrio Adentro, que ya no existen) o consultorio popular para conseguir los fármacos que hagan falta para la hipertensión o para un dolor de estómago, lo mismo da, porque hay abastecimiento hasta de 75% de esos remedios.
También aseguró que el Centro de Coordinación y Gestión de Insumos y Medicamentos funciona a la perfección y distribuye de manera óptima todos los tratamientos que se necesitan en la red pública de salud. Que es un sistema eficiente y que lo demás son cuentos de camino. Y lo que es más, como es tan bueno, está en capacidad de producir 75% de los fármacos que necesitan los venezolanos.
Sin empacho, sin moral, afirma con su cara muy lavada: «Este centro permite evaluar la política que ha implantado el gobierno nacional. ¿Cómo nosotros respondemos a esas necesidades? A través de dos mecanismos: el mecanismo de la producción y el mecanismo de la importación. El motor farmacéutico implementado en el agenda económica bolivariana es la respuesta del gobierno bolivariano».
Es decir, gasta muchas palabras para no decir nada. Habla de las necesidades del pueblo y ni siquiera las reconoce, pues Freddy Ceballos, presidente de la Federación Farmacéutica de Venezuela, le sale valientemente al paso para refutarla. Como especialista asegura que la escasez de medicamentos es de 85% y que el problema no es de distribución, como lo quiere hacer ver la ministra, sino de producción.
La funcionaria lo ignora, y sigue con su retahíla mentirosa. Debe ser que espera fervientemente que funcione eso que tanto le gustaba a Goebbels, repetir mil veces una mentira para que se convierta en verdad, y así salvarse de la responsabilidad de tantas muertes por falta de las medicinas adecuadas.
CORTICO—LUISA MELOCUENTO MINISTRA DE SALUD ARRASTRADA Y MENTIROSA, DEBERIA DARLE CASPA EN LA LENGUA AQUELLA