Editorial: Las FAES fueron concebidas como un órgano protector de la sociedad, para luego transmutarse en una tenebrosa banda de criminales

*** La solución al problema de la inseguridad requiere, en primer lugar, fijar un plan que cubra los aspectos relativos a la prevención y la represión de delito. Esto comprende la inversión de grandes recursos destinados a purificar, adiestrar, y tecnificar a los cuerpos policiales. Es indispensable organizar un sistema de justicia capaz de hacer su trabajo fuera de los límites de la indigencia que ahora lo degrada y prostituye. Hay que elaborar leyes apropiadas a las circunstancias. Urge constituir un sistema carcelario equitativo, que sirva de castigo, pero no se erija como un abyecto infierno donde los que sobreviven, salen en mucho peor condición a cuando fueron ingresados a ellos

 

 

“Si no tenemos policías, jueces, abogados, fiscales, honestos, valerosos y eficientes; si se rinden al crimen y a la corrupción, están condenando al país a la ignominia más desesperante y atroz”

Javier Sicilia Sicilia Zardain, periodista y escritor mexicano

Las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), perteneciente a la Policía Nacional Bolivariana (PNB), es un organismo que fue creado por Nicolás Maduro en el mes de abril del año 2016, con el objetivo de combatir el hampa que para la fecha estaba desatada en el país, una grave circunstancia que aún prevalece. En principio, se iniciaron asesinando delincuentes a diestra y siniestra. En esa guerra comenzaron a suscitarse cuantiosas bajas de gente inocente, un aspecto que muchos lo justificaban en forma perversa, bajo el argumento de que se trataba de un daño colateral necesario.

Cuando las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) comenzaron a operar encapuchados, armados con fusiles de asalto, sin más identificación que la calavera que lucen como insignia, sus siluetas negras y las camionetas terroríficas, múltiples encuestas revelaban que el 63% de la población venezolana apoyaba el asesinato de delincuentes. Las comunidades de Maracay, Valencia y Barquisimeto resultaron encuestadas, y en esas localidades los ciudadanos mostraron un mayoritario apoyo y asentimiento a la labor policial. Un aspecto que constituye por sí solo, una alarmante condición del ánimo ciudadano.

La pesadilla que vivimos por un hampa desatada, desalmada e impune, está conduciéndonos hacia un estado de irracionalidad colectiva. Nosotros también estaríamos de acuerdo en que se ejecutara sumariamente a los antisociales que nos azotan, sobre todo cuando observamos que aquí no funciona la justicia. que es lo primero que debe prevalecer.

Frente a la progresiva degradación institucional del Ministerio Público, las policías y los tribunales de justicia en inerte actitud, ninguno responde adecuadamente a las expectativas de la sociedad. Bajo esa condición, surge una perversa complicidad colectiva frente a ese gran escuadrón de la muerte que lleva el nombre de Fuerzas de Acciones Especiales (FAES). Se olvidan sus áulicos, con mucha rapidez, que el problema radica fundamentalmente en que los escuadrones de la muerte se inician precisamente matando delincuentes, pero luego degeneran en indetenibles organizaciones de delincuentes. Y eso es precisamente lo cual ocurrió con ese organismo policial.

Cuando esos escuadrones de la muerte toman fuerza y se ven operando sin contratiempos, dejan de ser los legítimos protectores de la sociedad, para convertirse en bandas criminales. Mucho peores que las que le dieron origen y ellos comenzaron a eliminar. Criminales porque actúan al amparo de las credenciales oficiales para “chapear” parejo, patrullas, armamento oficial, y lo más grave, apadrinados desde las esferas más altas del poder, un gesto que los hace impunes.

Así, comienzan primero por elegir a sus víctimas. Luego a fusilar delincuentes para pasar seguidamente al asesinato por encargo. O en su defecto, a chantajear, o simplemente, le caerle a tiros a quien les venga en gana. Ese remedio siempre termina siendo peor que la enfermedad. Por eso nadie nunca debe dar aliento a este tipo de solución, porque realmente no es una verdadera solución. Hay gobernantes que ceden ante la tentación de formar grupos para-policiales selectos para hacer ese tipo de trabajo, a fin de responder a las exigencias de mayor efectividad en la lucha contra la delincuencia. Ignoran que, con ese pensamiento tan reduccionista, generan verdaderas células terroristas, que luego se les escapan de las manos. Algunos han terminado siendo chantajeados por esos grupos que ellos mismos han creado, financiado y amparado.

La solución al problema de la inseguridad requiere, en primer lugar, fijar un plan que abarque prevención y represión. Esto comprende la inversión de grandes recursos en purificar, adiestrar, y tecnificar a las policías. Es indispensable organizar un sistema de justicia capaz de hacer su trabajo fuera de los límites de indigencia que ahora padece. Hay que elaborar leyes apropiadas a las circunstancias. No podemos seguir sin un sistema carcelario decente, que sirva de castigo pero no como infiernos donde los que sobreviven salen peor que cuando entraron.

Claro, es más fácil ordenar la formación de un pelotón de asesinos para matar asesinos, que encarar este asunto a profundidad, ignorando el deber de los gobernantes es trabajar para servir, para dar soluciones éticas y en consecuencialmente duraderas.

Constituye una tragedia para la sociedad civilizada el hecho que registra la encuesta. El camino no es combatir la criminalidad con otro tipo de criminalidad que luego se convierte en un Frankenstein incontrolable. El camino idóneo es exigir a los gobernantes que cumplan con su deber de construir un orden basado en la ley.

Debemos concluir abogando por la disolución total e inmediata de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), perteneciente a la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y no, solo de un cambio de nombre, como creemos que piensa el régimen.

 

 

José Rafael Ramírez
Periodista, CNP 3.141

 

 

 

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Caín y Abel… y el sicariato de las FAES. Funcionarios del Cuerpo de Policía Nacional Bolivariana (CPNB), adscritos a las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), cobraron 10 mil dólares a César Luis Barcia Valladares por asesinar a su medio hermano Juan Manuel Barcia Rodríguez y a la esposa de este, abogada Dora Delgado, quien se salvó de milagro.- https://www.noticiasjr.com/cain-y-abel-y-el-sicariato-de-las-faes-parte-1/

 

El terror del hampa vestida de FAES. La presente historia se refiere unos funcionarios que, en Valencia, estado Carabobo, les sembraron armas a unos ciudadanos apureños, trabajadores del campo, a quienes prácticamente secuestraron para luego extorsionarlos y finalmente robarles sus vehículos. Además utilizando las propias camionetas de sus victimas, se trasladaron al Fundo Mata e Mono, vía El Rosario, sector El Diero, Achaguas, en el estado Apure, el cual saquearon_* https://www.noticiasjr.com/el-terror-del-hampa-vestida-de-faes/

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