*** No se puede concebir el periodismo sin la verdad por delante. Evidentemente que el riego es mucho, pero callarse frente a hechos que afectan al ser humano y a la sociedad, es imperdonable
El periodismo se ha convertido en un oficio de alto riesgo en Venezuela, pero aun así la mayoría de periodistas que ejercen la profesión en el país, son incondicionales a la verdad y nunca había sido tan peligroso en Venezuela decir la verdad como en estos tiempos. Uno de esos, es JRRamírez, un profesional intransigente a la hora de ejercer “este apostolado” empuñando la lanza de la verdad.
En honor a esa verdad, podemos afirmar que si alguien ha sido realmente polémico por el tamaño de las verdades que se atreve a publicar, es José Rafael Ramírez Córdova, “el gordo Ramírez” para colegas y amigos. Egresado de la Universidad Central de Venezuela en la década de los 70. Hijo de otro maestro del periodismo aragüeño, con los mismos nombres y solo con la diferencia de un apellido, el García.
Para este trabajo ordenado por la profesora Mercedes Carrillo Grau, en la materia Periodismo II, decidí entrevistar a José Rafael Ramírez, considerado, una referencia en el ejercicio de la profesión.
Es un hombre entrado en años, alto, corpulento, tendiendo a la obesidad. Apasionado de la lectura y de buen conversar y su área de trabajo en una reguera de libros. Amargado e impredecible su reacción cuando alguien lo interrumpe cuando está redactando. Pocas veces se despega de su imac de 27 pulgadas o de su lapto HP Pavillon. Ejerce el periodismo con una pasión muy poco vista en estos tiempos de lo tecnológico y digital. Para graficar a nuestro entrevistado, podríamos asemejarlo y adaptarlo a como ejerce la profesión, a lo que escribió Simón Díaz en “Caballo viejo”: el pecho se le desgrana y no le hace caso a faceta y no le obedece a freno ni lo para un pasa- rienda.”
MR.- Francisco de Quevedo, el escritor más destacado de la historia de la literatura española, dijo por allá en los años 1.600, que «donde hay poca justicia es un peligro tener razón» ¿Vale la pena el riesgo de decir la verdad en un país donde la justicia es una parodia?
JRRC.- Si vale la pena el riesgo. No se puede concebir el periodismo sin la verdad por delante. Evidentemente que el riego es mucho, pero callarse frente a hechos que afectan al ser humano y a la sociedad, es imperdonable. Sabemos que los regímenes, especialmente el venezolano, son alérgicos a la prensa, con la inseguridad y los grupos armados, se complica la labor reporteril, pero no enfrentar eso es abandonar al pueblo y condenarlo a sufrir los peores desmanes. Establece nuestro Código de Ética que “el periodista se debe fundamentalmente al pueblo, el cual tiene derecho a recibir información veraz, oportuna e imparcial a través de los medios de comunicación social.”
El país ha sido testigo fiel de como la Guardia Nacional y demás policías del régimen en las protestas por la libertad han golpeado salvajemente a periodistas y se han robado nuestros equipos de trabajo con total impunidad; pero en cierto modo, y seguro estoy de eso, que eso frena en algo el salvajismo oficial. A los funcionarios no les agrada aparecer a los ojos del mundo como autores de delitos de lesa humanidad. Es cierto que denunciar por la calle del medio a determinado funcionario puede costarnos la vida, como ocurre frecuentemente en México o ha ocurrido en Colombia; pero no es menos cierto que el “grito” de un periodista puede evitarle situaciones dolorosas a la sociedad y a muchas individualidades. Por eso digo que bien valen los riegos y particularmente, aunque algunos me califiquen de suicida, seguiré adelante con mi misión.”
MR.- ¿Qué es lo más fuerte que le ha tocado vivir durante el ejercicio de la profesión?
JRRC.- En mis más de 40 años “pateando la calle” son muchos los eventos fuertes que me han tocado. Uno de ellos fue cuando a principio de los años 90 la DISIP, hoy SEBIN me sacó preso del departamento de prensa de la emisora Ondas Panamericanas en El Vigía, estado Mérida, luego que cuestionara en un editorial la decisión de un juez, de nombre Omar Gonzalo Belandria, de liberar al violador de una viejecita. Ese juez se volvió un energúmeno, buscó una comisión de la policía política, allanó la emisora y a punta de golpes y porrazos me sacaron preso. El pueblo entero protestó, pero me mantuvieron ilegalmente 32 días preso en un calabozo.
Otro caso, fue cuando este régimen en el 2007, decidió silenciarme, llevándome a la cárcel, sin juicio, durante más de 3 años, bajo una falsa acusación de extorsión al petrolero Wilmer Ruperti Perdomo, hombre protegido del entonces presidente Hugo Chávez; y hoy financista del juicio en los Estados Unidos en contra de los narco sobrinos de Nicolás Maduro. Desde el 2007 y hasta el 2010 me mantuvieron preso y nunca me hicieron un juicio. El único propósito con esta falsa acusación era silenciarme y asesinarme moralmente. No lo lograron.
MR.- ¿Cuántas veces ha estado preso?
JRRC.- Perdí la cuenta de las veces que me sacaron preso de periódicos y emisoras. Lo que ocurre es que a los funcionarios de gobierno les molesta la verdad; pues como lo afirma el célebre escritor finlandés Mika Waltari en su novela Sinuhé, el egipcio: “La verdad es un cuchillo afilado, la verdad es una llaga incurable, la verdad es un ácido corrosivo. Por esto durante los días de su juventud y de su fuerza, el hombre huye de la verdad… pero viene un día en que la verdad lo atraviesa como un venablo…” Eso es así, y por eso los gobernantes, especialmente para los dictadores siempre trataran de silenciar a la prensa y a sus periodistas, pero nunca debemos ceder. En mi caso jamás lo he hecho. En el siglo XVIII, Francisco Zarco, político y periodista mexicano; sostuvo que “La prensa no solo es el arma más poderosa contra la tiranía y el despotismo, sino el instrumento más eficaz y más activo del progreso y de la civilización”.
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