Foto: Dorelys Ramirez Vecinos observan lo que un día fue su vivienda, una cuadra llena de casas que fue totalmente devastada por la tragedia.
El 17 de octubre los aragüeños – y el país en general- fuimos espectadores en primera línea de una de las mayores tragedias acontecidas en la región en mucho tiempo. Incluso, no es exageración, cuando se advierte que esta tragedia bien podría ser una de las catástrofes más grandes acontecidas en el país. Atónitos, sorprendidos hasta más allá de lo posible, infinidad de venezolanos presenciamos cómo cientos de familias perdieron sus casas, sus enseres, vehículos, y los más vulnerados por la furia de la naturaleza, incluso sus vidas. El cielo se abrió como un parteaguas y la tragedia fue consumada en un alud de barro, piedras, troncos descomunales y piedras gigantescas, amalgamados en un lodo indómito que desdibujo la faz de El Castaño.
Foto: Dorelys Ramírez
Todo cambió, luego de mucha lluvia. Toda la lluvia prevista para caer en un año, ese día nos emparamo en un breve espacio de tiempo. Un Descomunal aguacero que nos abrumó en el transcurso de 24 horas continuas. Nos golpeó una constante y pertinaz lluvia, que derivó por extraños designios de la naturaleza, en un deslave descomunal. Un espectáculo resumido como en un film concebido para sugerirnos como habrá de ser el fin de mundo.
Estas son las horas en que nos preguntamos… ¿Sabemos los detalles de cómo es la realidad de las personas afectadas por esta tragedia? ¿Conocemos como se inició y que factores incidieron en la gestación de la oscura catástrofe? Desde mi perspectiva estimo que lo acontecido nos impulsa a mirar más allá del contexto de realidad virtual que nos facilitan nuestros teléfonos inteligentes. Urge la obligante solidaridad, esa que demanda y exige mirar más allá nuestras narices y hacer algo más que reenviar fotos y videos de lo acontecido en nuestras redes y chats de superficial conversación.
Recorrido de sobre una tragedia anunciada
6:00 A.M.
El equipo de NoticiasJR acordó encontrarse en la alcabala de la GNB ubicada en la redoma de El Toro. Fuimos alertados, que sin brazalete de propietario no se podía continuar más delante de ese límite. Burlamos el requisito, gracias a la ayuda de algunos habitantes que nos abrieron el paso hasta la parte más alta de Lomas de Palmarito. Luego de avanzar unos pocos metros de nuestro recorrido sentimos el extraño olor que exhala el barro húmedo y revuelto. Nos golpeó con silente furia, la desoladora vista de enormes rocas arrastradas por la vaguada, ubicadas lado a lado del camino. Al avanzar, observamos como los rescatistas, aún después de varios días, continuaban sus labores con auxiliados con los sabuesos entrenados para la recuperación de los cuerpos de aquellas personas que se encuentran desaparecidas. Un fuerte olor,-similar al de un cuerpo en descomposición, nos alertó acerca de lo inevitable. Los rescatistas llevan dos días trabajando en el lugar, ya que existía la sospecha de que el cadáver de una persona desparecida yacía bajo los escombros que cubrían el área.
Foto: Dorelys Ramírez
En la cronología del desastre, visualicemos primero el epicentro de la tragedia. ¿Dónde realmente comenzó el deslave? Hablamos en principio, de un suceso donde era muy probable que perdieran la vida dos humildes ancianos que lograron ser rescatados a tiempo por sus familiares. En ese recorrido imaginario, ubico el sitio donde se encuentran los verdaderos guerreros. Los anónimos seres que día a día -desde que ocurrió la tragedia- consiguen auxilios en donde no hay, para poder atender a las personas que aún se encuentran en el lugar. Me refiero a los rescatistas y voluntarios.
En un recorrido por la zona – a pesar de la prohibición en permitir el acceso a los periodistas que estorban- logramos acceder hasta el puesto de guardabosque de Palmarito. Para llegar hasta el lugar atravesamos el impetuoso río en donde inicio todo. El rio El castaño luce ahora el aspecto de un inofensivo curso de agua, que en su mal momento redibujo el paisaje de la zona. Los voluntarios que allí permanecen, se mantienen en pie de lucha. Estas personas, aún no cuenta tan siquiera con un puente de emergencia para el acceso. No hay servicio de electricidad ni de agua. No disponen de ningún otro servicio básico para poder mantenerse en su faena de luchar por la vida de los afectados. Sin embargo, cruzan piedras y agua todos los días para lograr subir con un poco de los insumos donde se ubica la zona más vulnerable.
Ese trágico día comenzó como cualquier día nublado. Las nubes se asomaron preñadas de abundante agua, audaces y determinadas sobre la cresta del sistema montañoso central. Hasta este momento, nadie había tomado en cuenta la tormenta eléctrica que los habitantes de Palmarito presenciaron quince minutos antes de que el río bajara llevándose todo a su paso. Posiblemente pudo ser uno de los factores ambientales principales en desencadenar la vaguada, que terminó acabando con familias enteras. Grupos de personas que perdieron lo poco que tenían, como también familias de mayores recursos, que también perdieron la vida de las personas que más amaban en la vida. La tragedia no descrinó.
6:15
Continuamos nuestro camino ajustada como la imprudente parrillera en una moto que nos permitía avanzar sin demora. Nos desplazamos a través de las avenidas principales del sector. Más adelante, ubiqué el lugar que se observa en algunos videos difundidos en redes, donde se aprecia un enorme árbol desprendido desde su raíz por la fuerza descomunal del deslave. En ese sitio en este momento se encuentra asentado uno de los campamentos de la guardia nacional bolivariana, a nuestro paso observamos como jóvenes militares marchaban en fila para su recorrido diario alrededor de la urbanización. Fueron muchos los carros de todo tipo, en su mayoría camionetas, que se observaron, depositados sobre los techos de casas. Los montones de escombros que sostenían dichos vehículos, cuál si fuesen estatuas creadas por un improvisado artista. El espectáculo es bastante sorprendente, cuesta imaginar el momento en el que fueron arrastrados desde muchos metros de distancia de lo que originalmente su lugar de reposo.
Foto: Dorelys Ramírez
Nadie ha tomado en cuenta la falta de poda en los cerros, ni tampoco la carencia de un servicio de alcantarillado en las principales vías, la falta de canalización de las aguas, dado al incremento de viviendas en el lugar durante estos últimos años. Algunos expertos han indicado que durante décadas la vertiente sur del parque Henry Pittier ha tenido un retroceso en los bosques del mismo y ha sufrido una pérdida de más de tres partes del área vegetal, factores que ha derivado en favorecer la consolidación de un terreno muy inestable y a su vez de muy alto riesgo.
¿Se pudo evitar esta tragedia?
La verdad no lo sabremos del todo hasta que los investigadores logren llegar al punto inicial del deslave y logren realizar una amplia investigación donde puedan calibrar tanto las causas ambientales, como las humanas. Sin embargo, apreciamos que todos y cada uno de los relatos de los habitantes son tan dramáticos que no puedes escucharlos sin conmoverte. Sin derramar una lágrima de dolor, tristeza o impotencia, ante el numeroso grupo de personas desaparecidas que a estas alturas no han sido localizadas. En los trabajadores de la zona, incluso las numerosas mascotas que fueron arrasadas por la furia de la naturaleza dejando a su paso dolor y desolación.
Esta tragedia no tuvo distinción alguna. Todos los habitantes de la zona fueron afectados, aunque verificamos que la ayuda social y ciudadana ha tenido un gran impacto entre los afectados. Apreciamos, como grandes maquinarias trabajaban incansablemente para remover los grandes escombros y rescatar los vehículos cautivos dentro de las apacibles mansiones. Nos conmueve el contraste que imaginamos surge entre el interés de los dueños de estas grandes casas de habitación, contra la misma necesidad de personas humildes cuyas casas están cubiertas de barro. Se aprecian sitios donde solo se logra identificar improvisados muros, constituidos por electrodomésticos y muebles destruidos. En otros lugares se hacen visibles partes, apenas perceptibles, de carros cubiertos por el lodo ahora seco.
Foto: Dorelys Ramírez
El otro contraste, al caminar sobre ese océano de devastación lo representan los obligados pasos sobre los escombros que yacen sobre más escombros. Te corta el aliento el ejército de enormes rocas, que simulan una invasión de ocupantes inertes, huéspedes indeseados, que ahora colonizan el espacio donde antes hubo trama urbana, grama, cocinas, un amable jardín, o la intimidad acogedora de una habitación. Se impone silente, el nuevo ritual del curso de un río paralelo que surgió imprevisto, luego del deslave y por supuesto caminar solo sobre dos pequeños troncos por qué no hay otra manera de acceder.
Muchos lectores se sorprenderán al saber que el helicóptero solo aterrizó una vez en esta zona de olvidados. Lo hizo solamente el día del desastre, puesto que no sabían dónde más podían llegar. Luego, se volvió rutinario el aterrizaje donde estas personas no pueden llegar. Pasados los días para ellos esa zona no existió más, aún, cuando es justo decir que, en este lugar, es donde realmente habita la gran mayoría de personas humildes que lo perdieron todo.
6:30 am
Casi cerca de nuestro destino final nos reciben unas personas muy amables que aunque han perdido todo, continúan luchando por sus pertenencias. No ofrecen con generosidad un sabroso cafecito elaborado con un gran esfuerzo. Saludas hospitalarios a las personas que están dispuestos a brindarles ayuda. Mientras nos alistamos para continuar a pie, conversamos con ellos y nos comentan cuales son imperiosas necesidades de los damnificados por la tragedia. Gran parte de los insumos necesarios son medicinas, sobre todo para personas de 3.ª edad, muchos de ellos sufren de alzhéimer, otros del corazón, diabetes y la tensión. Se trata de personas que no tienen recursos para obtener los medicamentos. Aunque algunas personas les han brindado apoyo, aún son muchos los que no han recibido la atención necesaria.
Un afectado nos cuenta su testimonio…
-Me encontraba en el trabajo en el centro de Maracay cuando recibo una llamada de mi esposa llorando y gritando de desesperación porque nuestra hija de tan solo 10 años se encontraba sola con sus abuelos arriba en la casa que perdimos. Lamentablemente nuestra casa, fue una de las primeras en ser arrasada por la vaguada. Subí rápidamente en una moto mientras el barro bajaba en grandes cantidades, y a una gran velocidad. Arrastrando árboles y enormes piedras, una vez superado este obstáculo logré ubicar lo que quedaba en pie del cerro y desde ahí pude ver a mi hija y a sus abuelos a lo lejos. Aprecié como era rescatada por familiares y guardabosques. Tuve que esperar horas mientras él cause bajaba para lograr atravesar las lagunas de barro, piedras y escombros para poder rescatar a mi hija.
Este fue tan solo uno de los relatos que recibimos de uno de los afectados, como él muchas familias de este lugar en específico ha quedado sin nada, como antes lo mencionamos, este sector es el epicentro de la tragedia, es el lugar donde se desencadenó el deslave. A pocas cuadras se encontraba la casa de la familia Kano donde perdió la vida una joven emprendedora que jamás imaginó ser víctima del destino.
Sabemos que muchos tiktokers, influencers, pseudoperiodistas y otras personas se han tomado la tarea de hacer publicaciones donde aparecen en la zona principal pidiendo ayuda para los afectados, pero no se han tomado el trabajo de constatar si efectivamente esa ayuda llega hasta los más necesitados. Muchas personas solo han subido a curiosear. Ante el peso de la tragedia nos preguntamos si eso realmente es ayuda para estas personas. En los siguientes días se espera la llegada de autoridades gubernamentales incluyendo a Nicolás Maduro Moros para tratar sobre temas como la reestructuración y recuperación de la zona donde los afectados fueron censados y olvidados. Ojalá no presenciamos una nueva frustración entre los que claman por una verdadera ayuda.
Foto: Dorelys Ramírez En los siguientes días se espera la llegada de autoridades gubernamentales, incluyendo a Nicolás Maduro Moros, para tratar sobre temas como la reestructuración y recuperación de la zona, donde los afectados fueron censados y olvidados.
7:00 am
Llega la hora de caminar sobre los techos de las casas, ahora ubicados a ras del piso. Los escombros, rocas, lodo fresco y hoyos plenan los espacios que en tiempos anteriores habrían sido patios y frentes de casas. Seguramente el sitio donde muchos pequeños pasaban horas jugando y crecían junto a sus familias.
La tragedia abrió camino a la creación de nuevos ríos que ahora se encuentran sobre las calles destruidas y las casas tapiadas. Lo que antes fue una cuadra de grandes quintas, hoy solo es una vía de acceso a un cristalino río en el que no se puede cruzar con facilidad. Sobre el nuevo suelo están las bases de casas, y vigas doble T que un día fueron el soporte de estas viviendas.
Pero no toda la zona estaba ocupada por las grandes quintas, solo una parte de ellas pertenecía a gente más pudiente. Subiendo aún más, observamos un grupo de casas humildes que con el esfuerzo de toda una vida lograron construir sus hogares, veían con dolor la pérdida de todos sus enceres. Personas que con lágrimas en los ojos nos relataban donde se sentaban día a día, donde sus hijos corrían, y donde preparaban sus alimentos en la parte externa de sus viviendas.
Foto: Dorelys Ramírez
Dolor es lo que más se siente al ver como estas personas levantan los techos de zinc de donde un día estuvo su hogar para darse cuenta de que alguna parte de su nevera o su cocina está enterrada bajo el barro, personas trabajadoras que despertaban a las 4 A.M. todos los días para lograr llevar el sustento a sus familias y que hoy solo tienen la esperanza de recuperar lo que puedan de sus hogares.
7:15
Nuestro equipo de trabajo logra ingresar por el río a el área totalmente tapiada de la tragedia, solo se puede acceder a través del río, los habitantes lograron colocar un tronco que ayuda el paso. Todavía no tienen un puente de emergencia, también alertan que a esta zona, las máquinas no llegan, pues están ocupadas sacando vehículos de las quintas. Los humildes sobrevivientes están solas, desamparados, sin ayuda. Ellos deben pasar diariamente a través de este río para lograr conseguir un algunos insumos, por lo general no muchos, pues de regreso deben atravesar el río y se les dificulta el traslado.
En esta zona más de 10 familias perdieron absolutamente todo, solo tienen la ropa con la que lograron salir con vida ese día de sus casas, es aquí donde necesitan realmente apoyo, hay personas de 3ra edad, niños, mujeres luchadoras y guerreras que preparan el alimento para los guardabosques y los damnificados que aún se encuentran esperando una respuesta gubernamental sobre su futuro.
Foto: Dorelys Ramírez
Aunque el gobierno ya hizo un censo en esta área, son muchos los indicios de que estas familias permanecerán sin hogar y sin ayuda de su parte, las creencias de los aragüeños que manejan la teoría de que solo las viviendas ocupadas por empresarios y familias adineradas sufrieron, le restan a ellos la posibilidad de un bienestar y de una participación social avocada a su recuperación.
8:30 am
Llegamos al final de nuestro recorrido, donde conocimos a los guardabosques, y familias que duermen en el piso. Están olvidados a pesar de ser los que más trabajan en la zona por su recuperación. Nos conseguimos con una pequeña cocina improvisada tipo fogata donde múltiples familias logran elaborar sus alimentos, para intentar sobrevivir. Una vista realmente impresionante de la magnitud de la tragedia, donde a lo lejos se observan rocas enormes que parecen estar de cerca con su voluptuoso trabajo. Se observan solo los techos de algunas casas que llegaron a ser de 2 y 3 plantas y que ahora son parte del piso creado por la naturaleza. Obtuvimos el testimonio de un sobreviviente que fue catapultado en su vehículo por un enorme escombro a un lado del camino y logro salir a tiempo. Hoy se encuentra trabajando de la mano con todos estos luchadores y personas que parecen ángeles guerreros y que no van a abandonar a su gente.
Foto: Dorelys Ramírez
El descenso
Nuestro equipo de trabajo agradece a esas familias y guardabosques que nos abrieron sus corazones, y las puertas de lo que han convertido en su hogar temporal, donde han creado una gran familia que está dispuesta a ayudarse en la adversidad de los acontecimientos y que están dedicados a no dejar morir a ningún habitante de la zona, En nuestro descenso observamos también como la vía principal del río tomó gran parte del terreno arrasando también con lo que era un pequeño huerto creado por los habitantes, allí donde existió un área de recreación natural, para las familias. Donde todos los días al despertar cada uno de ellos iba a sembrar plantas y a regarlas, donde pasaban tardes en familia y podían lograr una distracción sana para sus pequeños.
Algunas maquinarias ya habían comenzado a trabajar a eso de las 9 am. Sin embargo, preguntamos si eran maquinarias contratadas por algún privado, ya que estaban avocadas exclusivamente en extraer vehículos de quintas, y destapar algunas vías. Rutas que a pesar de no ser principales suponemos que deben ser importantes para ellos., Según testimonios recaudados durante nuestro recorrido conocimos que las maquinarias comienzan su trabajo a partir de las 9 de la mañana.
Foto: Dorelys Ramírez
Descendemos con la misma prisa con la cual llegamos. Luego de esta travesía aún nos preguntamos por el destino y el bienestar de los más afectado. Esos, quienes hoy en día se han convertido en los más olvidados.