«Maduro se tambalea». Está cayéndose, pero no llega el toque definitivo, que lo termine de noquear. Tiene como sparring y second a un grupo de militares que controlan las armas
Frente a los complejos momentos que vive el país, imagino un aporte que bien podría resultar determinante y que además pudiera resultar concluyente por parte de los profesionales del periodismo pudiera estar representado por el desarrollo de una campaña que de manera pertinaz, en materia de opinión pública, advierta lo siguiente:
Está más que claro, que en la ecuación Maduro-Guaidó, la balanza del sentimiento nacional e internacional se inclina hacia el presidente provisional de Venezuela diputado Juan Guaido. También es cierto que el régimen de Maduro, que pende de un hilo, que se sostiene gracias a un pírrico respaldo de la Fuerza Armada Nacional está en su peor momento. Todo por variadas y complejas diversas razones. Una de ellas representada por los intereses que muchos miembros del Alto Mando Militar defienden (el manejo de la industria petrolera, las importaciones de alimentación y la explotación del oro, cobre y el hierro, por citar solo algunos) Además es bien sabido que muchos militares comprenden que la caída del régimen acarrearía sanciones muy drásticas contra muchos jefes castrenses, incursos en gravísimos delitos de corrupción y en delito de lesa humanidad.
Esas, entre otras razones, «obligan» a la alta jerarquía castrense a mantenerse del lado de Maduro. Y, como es lógico suponer, eso cercena la posibilidad de que Juan Guaidó asuma plenamente sus funciones de presidente interino y ejecute su Plan de País perentorio: Cese de la usurpación, período de transición y elecciones libres. Pero Guaidó no está solo en esta batalla. Las dos manifestaciones de respaldo que ha recibido (23 de enero y 2 de febrero) han sido las más contundentes que político alguno haya podido saborear en la historia republicana de Venezuela, con una movilización de más de 15 millones de ciudadanos expresándose activamente en repudio al régimen “madurista” e identificándose con la propuesta “guaidorista”.
Parafraseando al propio Libertador Simón Bolívar: «La primera de todas las fuerzas es la opinión pública«, hay sobradas razones para afirmar que la propuesta Guaidó, en este momento, está mucho más fuerte que el régimen madurista. Sin lugar a dudas. Pudiéramos utilizar un término muy conocido en el ambiente del boxeo y atinar: «Maduro se tambalea». Está cayéndose, pero no llega el toque definitivo, que lo termine de noquear. Tiene como sparring y second a un grupo de militares que controlan las armas. Guaidó no carga de ni un corta uñas en su bolsillo. Todo esto lo percibe la opinión pública nacional, que a veces se desespera, se angustia y se enerva al no ver la estocada final. Es entonces cuando emerge la magnífica oportunidad para los pensadores de toda esta plataforma de lucha. Me refiero a los intelectuales, a los periodistas, a los educadores. A todos los profesionales que puedan contribuir con una audaz campaña de opinión pública. A lo mejor no emulando a Lutero por allá en el siglo XVI. Pero sí tratando de impulsar mensajes subliminales que propendan a sensibilizar, a lo mejor no a la cúpula militar, pero sí a las tropas, de que la mayoría de los venezolanos no quiere más a un Maduro cada día más arrinconado internamente y aislado con respecto al mundo exterior.
Ya debería estar rodando mensajes en ese sentido, bien sea a través de las redes sociales, panfletos en los cuarteles, en las calles, entre los familiares de los soldados etc. El país dispone de mucho profesional con el talento suficiente para acometer de inmediato esta tarea. Insisto en que debe ser una labor persistente. Tenaz. Audaz. Agresiva. Desde luego que las estrategias sobran. Solo que no es conveniente su divulgación, sino diseñarlas en laboratorios de opinión pública y ejecutarlas. Ahí se las dejo.
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